12 uvas para 2017
Pienso que la vida es como un tren.
Por lo general, los trenes suelen estar repletos de viajeros.
Personas que se dirigen a su puesto de trabajo o a la universidad, o que vuelven
a casa después de una jornada intensa en la oficina. En cada parada, los
viajeros suben y bajan cuando el tren abre sus puertas. En ocasiones, como en
la vida, los viajeros suben a ese tren, a tu tren, por primera vez. Sin
embargo, a veces cuando bajan no los vuelves a ver.
A veces los trenes también sufren alguna avería. Un fallo
mecánico, un problema en las puertas, una discusión con tus padres o un mal día
con tu novio o con tu novia. Después, tras arreglar su avería, ese tren sigue
recogiendo (y perdiendo) viajeros en cada parada de la vida. Los trenes, como
nosotros, también necesitan detenerse para descansar.
El tren de 2016 ya se ha parado para siempre. En nuestra memoria quedarán
miles de recuerdos, de estaciones, de momentos buenos y malos que nunca
volverán. En estos 365 días el tren ha abierto sus puertas para acoger a nuevos
viajeros que han pasado a formar parte de nuestra vida, y ha visto como otros
bajaban en alguna de esas estaciones que visitamos a diario.
El tiempo es eso que, a veces, pasa muy rápido.
Parece que fue ayer cuando comenzaba 2016,
un año que, como este que acaba de empezar, iba a traernos muchas alegrías. Cada uno, cuando se acercan los últimos días del año,
saca sus propias conclusiones, y ve cómo ha sido ese año para él. Pero por
desgracia no todos podemos decir que ha sido un buen año.
Si os soy sincero, este año
que se acaba de escapar se me ha pasado muy rápido. Y en particular, creo que
no ha estado nada mal. He conocido a personas excepcionales, que0 no quiero
perder nunca, y he perdido a otras que, en realidad, con el paso del tiempo me
he dado cuenta de que no eran muy importantes. Y he vivido grandes momentos con
diferentes personas, recordando con especial cariño el 13 de noviembre de 2016. Te quiero, mi pelirroja.
Cambiando completamente de
tema, hace tan solo un rato te estabas tomando, si has seguido la
tradición, 12 uvas. Otra cosa es si has
podido tomarte esas uvas a tiempo, algo siempre complicado y que es el primer
reto del año para muchos. Considero un ídolo a todo aquel que se come las uvas
a tiempo. Que yo recuerde, en mis 19 años de existencia nunca he podido tomarme todas
las uvas al compás de las campanadas. No, nunca, me es completamente
imposible.
Como casi todos, empiezo
bien, aguantando el ritmo, pero poco a poco el trabajo (y las uvas) se me van
acumulando hasta el punto de que cuando en la tele gritan ¡Feliz (insertar
año)!, todavía me quedan un par de uvas dentro y fuera de la boca. Yo siempre he
sido de uvas, pero otros prefieren tomarse lacasitos, conguitos, aceitunas o
incluso las personas más arriesgadas (y locas) sandías, porque cada uno es como
es, diferente a los demás. Volviendo a las uvas, hace un rato tampoco he
conseguido cumplir con mi primer objetivo del año, y dudo mucho que algún día
pueda hacerlo, a no ser que invente una estrategia que consista en comprar las
uvas enanas y comérmelas con total tranquilidad. Y a tiempo, claro.
En estas fechas nos
acordamos de personas que, por desgracia, no han podido tomarse las uvas con
nosotros y que hace unos años ocupaban una silla que ahora ni siquiera está.
Creo que todos hemos pasado por esta situación, y que estas Navidades nos hemos
acordado de alguien. La vida es así y hay veces que nos quita lo mejor, o
incluso a otras personas que se merecían seguir aquí y no en otro lugar que no sabemos ni siquiera si existe.
Por último, quería desearos
un Feliz 2017, y espero que este año del que todavía no se ha
consumido casi nada sea muy bueno para vosotros, en el que cumpláis con
vuestras expectativas, seáis felices, sonriáis e incluso os manden una carta
desde Hogwarts, ese conocido colegio de magia y hechicería. Quizá en lo último
me he pasado un poco. O no. Confiad en la magia. Y, como no, en la suerte.
(Gracias a todas esas personas que han hecho que 2016 sea un
buen año para mí).
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