12 uvas para 2020
Tengo por costumbre dar la bienvenida a un nuevo año con una reflexión personal sobre lo que ha ocurrido en mi vida en los 365 días anteriores. Todo empezó en 2016, cuando veía a este blog como una herramienta útil para escribir sobre cualquier tema. Ahora, el tiempo y mis prioridades, otras, han hecho que haya sido abandonado, como esos miles de juguetes que llegan para quedarse y acaban olvidados en un par de semanas. Pero, a pesar de todo, la costumbre me empuja a escribir para inaugurar el año con una lista de recuerdos que podré leer si algún día el tiempo estropea mi memoria.
Basta de introducciones.
Comencemos.
La graduación en Periodismo es el
acontecimiento principal que marca mi 2019. Cuatro buenos cursos en los que he
conocido a fantásticas personas, con profesores a la altura de su puesto y con
menos parte práctica de la deseada. Recordaré, con cariño, el 29 de mayo de
2019 como esa fecha en la que hice mi último examen, o como el día anterior
presenté, con orgullo, mi Trabajo Fin de Grado. Esos dos momentos cierran una
etapa clave en mi vida que no empezó bien, pero que pude corregir con cabeza y
trabajo.
Cansado de las largas jornadas de
estudio, decidí aparcar por el momento la carrera de Psicología u otros
estudios más prolongados. Tomé un camino intermedio para meterme en un Título
Propio de Experto en Gabinetes de Comunicación y Redes Sociales con el objetivo
de especializarme en dos áreas en auge y con salida. Y, por el momento, siento
que estoy aprendiendo lo suficiente. Quiero contar con una puerta más en el
futuro, que me permita explorar otros trayectos no del todo periodísticos.
Ya en el plano laboral, he cumplido
un año en mi colaboración con MENzig. Disfruto con cada reportaje que escribo,
ya sea para sacar a la luz las urgencias de equipos históricos al borde de ladesaparición o con las reflexiones semanales de cada jornada de LaLiga. De
hecho, también me lancé con escepticismo a la aventura de YouTube, para grabar
vídeos sobre el futuro de Fernando Alonso o las eliminatorias de los octavos definal de la Liga de Campeones. Temas que conozco bien, y que me sirven para
aparecer en una nube en la que “hacer de todo” y tener experiencia son
fundamentales.
Más allá del trabajo que desarrollo
en casa, acudo cada mañana a la Biblioteca Nacional de España para trabajar en
el departamento de comunicación. Me siento cómodo en mi primera experiencia en
ese ámbito, más enfocado al contacto con periodistas y medios de comunicación
que a la relación con la sociedad. Dos empleos precarios, sí, hay que decirlo,
que no me permiten dar un paso adelante en mi vida y que condenan a muchos
jóvenes a esperar y a esperar una oportunidad decente alejada de la inestabilidad.
Para cerrar este resumen laboral,
he decidido poner fin a mi etapa en PitLane Motor, la página web que me dio la
oportunidad de escribir sobre Fórmula 1. Han sido cinco años magníficos,
rodeado de un fantástico equipo y en los que he escrito más de 400 piezas sobre
deportes de motor. La escasez de tiempo, el menor crecimiento de la web y otras
prioridades me han empujado a dar este paso. Creo que ya he escrito lo
suficiente para dar empaque a esa parte del currículum.
Ahora, toca hablar del suicidio.
Pero si hablamos, hablemos bien.
Nada más empezar el año, decidí que
el tema para mi Trabajo Fin de Grado iba a ser el tratamiento del suicidio en
los medios de comunicación. Fueron cuatro meses plagados de trabajo, en los que
llegué a la conclusión de que los periodistas no han recibido una formación
adecuada para hablar sobre este tema. Por eso, entre otras causas, informan
igual que hace 25 años, cuando dieron todos los detalles del suicidio de Kurt
Cobain. Si en mayo entregué el trabajo, a partir de septiembre conocí a decenas
de personas que trabajan en la prevención del suicidio. Y ahí quise aportar mi
granito de arena.
El 21 de noviembre de 2019 es unafecha que recordaré para siempre. Ese día impartí, junto a la excepcional
psicóloga sanitaria Aminta Pedrosa, el taller ‘Informando sobre el suicidio’ a
un grupo de estudiantes de cuarto de Periodismo de la Complutense. Nuestro
objetivo, además de dar visibilidad a un problema en la sombra, era cambiar la
idea que los (futuros) periodistas tienen sobre este tema. Y creo que lo conseguimos.
Salimos de allí con la sensación de que, en un futuro no muy lejano, esas
personas transmitirán que hablar bien del suicidio en los medios de
comunicación puede salvar vidas.
Dos semanas más tarde,
concretamente el 5 de diciembre, pudimos impartir la segunda edición de este
taller a otro grupo de estudiantes de Periodismo. Como en el primero, la
sensación fue satisfactoria. Lo mejor de todo es que los dos profesores que nos
dejaron su puesto nos confirmaron que repetiremos en el segundo cuatrimestre. Para
completar esta aventura, espero que en este año que acaba de arrancar podamos
sacar fuera de la Complutense esta formación tan importante. Y, cómo no, que
llegue a otras carreras como Psicología o Medicina en las que el suicidio continúa
sin estar presente.
Más allá de talleres, tuve la
oportunidad de escribir, junto al periodista Rafael J. Álvarez, un reportaje en
EL MUNDO sobre la presencia del suicidio en los programas electorales de las
elecciones del 28 de abril. Y, meses después, acudí al estreno de Memento Mori,
un documental en el que los supervivientes, es decir, esas personas que han
perdido a un ser querido por suicidio, son los protagonistas. Recuerdos y
piezas por y para hablar del suicidio, dar voz a un problema de salud pública
por el que cada año mueren, según datos oficiales, más de 3.000 personas y se
ven afectadas más de 20.000.
Pero todavía quedan muchas cosas
por hacer. Habrá que trabajar para conseguirlas.
Otro brillante recuerdo del año que
se acaba de escapar es un viaje inolvidable por una región que hasta hace no
mucho desconocía. En Alicante pude vivir once días de locura acompañado de
varios actores de reparto que sólo puedo recordar con una sonrisa. Es
inexplicable cómo pueden concentrarse tantos momentos en tan pocos días. La
vida te regala personas y conversaciones únicas, que mejoran tu vida y que se
definen con una palabra: amistad.
Por eso es tan importante cuidar lo
que uno tiene.
Asistí, en buena compañía, al
primer concierto de Poets of the Fall en Madrid. Como ya es habitual, mi
peculiar radar musical hizo que hace no menos de un lustro descubriera a una
banda de rock finlandesa que me enamoró con su primer acorde. La música, ese
acompañante de primera clase, me regala cada año momentos inolvidables. Espero
que en 2020 pueda asistir a otro concierto, ya sea con el debut de MatchBox
Twenty o Lydia Loveless por estas tierras o por el esperado pero retrasado
regreso de Sam Outlaw.
2020 se presenta lleno de
incertidumbre. La necesidad de encontrar un trabajo decente es cada vez más
notable, ya que siento haber recibido la formación necesaria. Además, tocará
seguir trabajando en la prevención del suicidio, sobre todo en el papel que
juegan los medios de comunicación. Más allá de eso, todo son incógnitas. El
tiempo decidirá si, pasado un año, puedo resolver parte de esas cuestiones que
hacen que empiece este año inquieto, sin nada asegurado. Dejaremos pasar las
hojas del calendario.
Feliz 2020 a los que están, a los
que todavía están y a los que ya no estarán.
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