sábado, 11 de abril de 2020

Incertidumbre (IV): Cifras

Incertidumbre: Cifras
Encontrar la inspiración es cada día más difícil. Las palabras, a veces, no salen. No pueden o no quieren salir. Me siento frente al ordenador con ganas de reflexionar, pero lo único que encuentro es el silencio. No sé por dónde empezar, ni hacia dónde guiar la cuarta reflexión del confinamiento. Siento que el tiempo pasa despacio, que no encuentro las ganas para hacer algo más que lo esencial. Es fácil explicarlo: el estado de alarma empieza a pasarme factura. Física y mentalmente. Es así, y por eso lo mejor es reconocerlo aunque a veces cueste hacerlo.
La Semana Santa no ha cambiado nada. Quedarse en casa sigue siendo el único mandamiento. Los fieles no han consultado con la almohada qué ponerse y los santos se han ahorrado el tradicional saludo. Ellos no reparten caramelos como los reyes, pero sacan a millones de personas a las calles cada año. En algo hay que creer, quizá. Unos creen en la religión, otros en un regate de Messi y otros, como yo, creen en lo que ven. Todo pasa por mantener la costumbre o elegir otro camino.
Escucho el peculiar ruido del ascensor antes de que el sol brille en el horizonte. Hay vecinos que, con perro o con la ausencia de él, madrugan como siempre. Suben y bajan como las cifras, esas que ahora tenemos presentes en cada telediario. Antes, cuando la vida era normal, nos acompañaban en la cartilla del banco, al conocer el dato del paro o cuando íbamos a comprar sin más compañía que un par de bolsas. Ahora lo hacen desde que amanece. Cambian, se actualizan, aquí y al otro lado del mundo. Se han convertido en una herramienta de la que nos impiden separarnos.
A mí siempre me han gustado los números. Mi madre cuenta que cuando estaba en Primaria, esa etapa que apenas recuerdo, me encantaban las matemáticas. Era el mejor de la clase, y destacaba haciendo operaciones de cabeza. Primero sumas y restas, más tarde multiplicaciones y divisiones. Después, quedé enrolado en el bando opuesto, el de las letras, pero sin perder mi afición por lo que me interesa. Por poner dos ejemplos deportivos, adoro analizar datos cuando veo la Fórmula 1 o para saber cuántos goles ha marcado o regalado cualquier futbolista.
Volvamos a la actualidad si es que nos hemos evadido de ella.
Noto una falta de delicadeza para contar cuántas personas han muerto hoy. Parece existir una cierta sensación de alegría si han sido menos que ayer, como si la muerte fuera un simple número que no entiende de sentimientos. Quizá ella, tan cruel, no los tiene. Pero los familiares del difunto sí. Es ingenuo criticar una forma de comunicar sin aportar una solución. Yo no la tengo. No sabría cómo contar de la mejor forma posible que hoy han muerto menos personas que ayer. Contarlo, lo contaría. Pero necesitaría semanas de reflexión para saber cómo es mejor contarlo.
Leo que más de 100.000 personas han muerto en todo el mundo desde que esto empezó. Según cifras oficiales, dicen, porque las no oficiales es mejor no contarlas. A veces por la falta de medios, como pueden ser los test; otras, por la ausencia del querer, ese mecanismo infalible cuando decidimos no hacer las cosas bien. Contar la verdad sin querer contar la verdad es fácil. Todo se basa en la importancia que le des a la mentira, esa que solo está mal cuando no la cuentas tú. Dilemas como el pecado y la culpa te acompañarán hasta que encuentres la penitencia perfecta.
Recuerdo una escena de la serie NAVY: Investigación Criminal. Tony DiNozzo y Ziva David, dos de los personajes, regalan un diálogo que recojo, ante mi falta evidente de inspiración, como reflexión final.
─ Tienes que decirle la verdad.
─ Solo cuando me dé cuenta de que las mentiras no funcionan.


Este texto pertenece a Incertidumbre, una sección creada por el retiro vital que ha provocado la pandemia del coronavirus. Cuenta con una reflexión semanal centrada en la extraña situación en la que nos encontramos. Puedes leer el resto de entregas en los enlaces que aparecen aquí debajo.
IV. Cifras.
V. Tiempo.
VI. Paseo.
VII. Negocio.
VIII. Culpable.
IX. Amistad.
X. Carrera.
XIII. Desconexión.

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