domingo, 10 de mayo de 2020

Incertidumbre (VII): Negocio

Incertidumbre: Negocio
La ambulancia aparca sin hacer ruido y espera, paciente, a una nueva huésped. Con su uniforme de gala, dos personas bajan del vehículo con cierta parsimonia. Escuchas el ascensor. Sube, decidido, hasta el último piso. Abres la puerta con cierto recelo, sabedor de que la visita no es deseada. Tienen prisa, o eso dicen, pero pides paciencia. Cuando todo está listo, ves como se marchan. Quieres decir algo, y lo único que te sale es un “hasta luego” que esconde un miedo disimulado. Una sensación entre el alivio y el pánico. Después, te asomas al balcón y ves como la puerta de la ambulancia se cierra. Ahora son tres las personas que van dentro.
Ese es tu último recuerdo. Pero, días después, queda como uno entre muchos.
(...).
El viento mueve las hojas de los árboles y el cielo, encapotado, amenaza tormenta. El ambiente en la calle respira paz. Sales a la terraza y dejas que el aire, fresco y encantador, se funda con tu cuerpo. Ves a dos niños de paseo con sus padres. El primero, líder de la comitiva, empuja su moto cuesta arriba. El otro, más remolón, se deja llevar por su madre en una especie de triciclo. Apostaría a que ambos tienen la misma edad, aunque nunca he sido muy bueno con esto de los años.
Salir de casa parece cada día menos inusual, pero la luz al final del túnel queda todavía lejana. La incertidumbre que nos rodea nos acompañará varios años, nos impedirá hacer muchas cosas y nos permitirá reflexionar sobre otras muchas. Un cúmulo de efectos adversos y un limitado número de resultados saludables. Una nueva normalidad en la que todo parece nuevo pero nada, nada es normal. Hasta el fútbol, ese deporte que te absorbe como el circo, ha tenido que reinventarse. En la búsqueda constante de la rentabilidad, la grada vacía ya no celebrará los goles.
Hace unos días una amiga me preguntó cómo llevaba eso de que no hubiera fútbol. Para una persona como yo, que sigue el fútbol más allá de sus colores, ha sido una situación difícil pero soportable. Perder la costumbre de estar pendiente de uno de tus deportes favoritos no es fácil. Ya no podía ver varios partidos el fin de semana ni estar atento a ligas más allá de la española. Tampoco podía reflexionar después de cada jornada de LaLiga. Y, ahora que echo un vistazo al pasado, recuerdo que dediqué unas palabras a la relación del coronavirus con el fútbol el 9 de marzo.
Con el aumento constante de casos en nuestro país, se antoja complicado que no vaya a afectar al día a día de las competiciones españolas. Una decisión que parece necesaria tomar cuanto antes para mitigar las malas noticias”. Al día siguiente, el Valencia recibió al Atalanta sin aficionados gritando en su butaca. Y si avanzamos en el calendario, ese fin de semana, el del 14 de marzo, ya no se jugó en España. Ya no había fútbol, ni bares, ni sueños. Solo quedaba la obligación de quedarse en casa y esperar.
Pero esperar nunca ha sido fácil.
Ahora el césped vuelve a recibir a cuentagotas a sus mejores habitantes. Dicen que, quizá, el buque insignia del fútbol español volverá a zarpar en unas semanas. Un regreso deseado pero insólito, con más normas que en un paso fronterizo. Con el balón pasando la ITV en cada saque de banda. Con un lavabo en el centro del campo. Sin aficionados, himnos ni insultos en la grada. Sin abrazar en la victoria ni abrazar en la derrota. Un negocio que camina sobre el verde sin acordarse de los que de verdad lo mantienen. La televisión encendida y los tornos bloqueados.
Vuelven los chicos, pero no las chicas. El fútbol femenino es una mentira explotada por la búsqueda de un equilibrio imposible. Entradas a precio de desayuno, récords que esconden la verdad y una atención repleta de bienquedismo. Ellas, claro, se quedarán en casa, porque no habrá beneficio si vuelven. Mientras, ellos, con sus coches de estreno y sus trajes de etiqueta, tendrán que pelear en cada córner sin distancias que valgan. Barreras con mascarilla y saludos ficticios.
El negocio volverá porque se llama fútbol y ha perdido su alma. Volverá entre el silencio palpable de la insólita y no nueva normalidad. El árbitro pitará el inicio del partido, pero ya nada será lo mismo. El fútbol ya no es fútbol.


Este texto pertenece a Incertidumbre, una sección creada por el retiro vital que ha provocado la pandemia del coronavirus. Cuenta con una reflexión semanal centrada en la extraña situación en la que nos encontramos. Puedes leer el resto de entregas en los enlaces que aparecen aquí debajo.
IV. Cifras.
V. Tiempo.
VI. Paseo.
VII. Negocio.
VIII. Culpable.
IX. Amistad.
X. Carrera.
XIII. Desconexión.

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