Incertidumbre: Reencuentro
Recuerdo que la última vez
que vi a mi padre fue el jueves 12 de marzo de 2020. Quedamos para comer y
fuimos a nuestro bar de siempre en el barrio madrileño de Fontarrón. Agua y
vino con casera para beber, dos menús para comer. Felipe nos tomó nota y llevó
la comanda a la cocina. El comedor empezaba a mostrar las consecuencias de un
virus que por aquel entonces era confundido con una simple gripe. Jolgorio
olvidado entre cuatro paredes. Mesas vacías de carcajadas, ruidos y platos.
Preocupación compartida en un presente y un futuro repletos de incógnitas.
Después del postre, llegó la
cuenta. Billetes que vienen, billetes que se van. Dijimos “hasta luego” sin
saber que todavía no sabemos cuándo volveremos allí. Una sensación compartida
con tantas y tantas cosas. Un beso, un abrazo, un viaje. La vida que echamos de
menos. Subimos al coche y nos pusimos en marcha. Piloto y copiloto sabíamos de
la extraña situación que nos rodeaba. Creíamos que, quizá, tardaríamos un
tiempo en vernos. Lo que no sabíamos era cuánto tiempo. Nadie lo sabía. Nos
dimos un abrazo para despedirnos. O quizá fue un apretón de manos. No lo sé.
Bajé del coche y cerré la puerta. Mi padre arrancó y nos separamos.
Desde la declaración del
estado de alarma existe una sensación de incertidumbre. En el trabajo, en la
economía, en la salud o en la familia. En el presente y, claro, en el futuro.
Una crisis de la que no sabemos cuándo ni cómo saldremos. Algunos decían que
íbamos a cambiar a mejor, pero desde el principio no les creí. Fue una ilusión aparente
olvidada con el paso de los meses, como esos aplausos que protagonizaron tantos
telediarios. Una cortina de humo. Han pasado algo más de tres meses y seguimos
rodeados de piratas, contratos precarios e injusticias.
Solo que ahora vivimos
acompañados del miedo y llevamos una mascarilla.
Es tiempo de recuperar
costumbres alteradas por los cambios, pero adaptadas a la insólita normalidad.
Tiempo de volver a ver a las personas que queremos, de volver a pedir otra
ronda, de volver a disfrutar en compañía. Es tiempo de reencuentros. Pienso en
ello y recuerdo una pieza clásica del telediario navideño. Con la cámara
plantada en la puerta de llegadas del aeropuerto de Barajas, el periodista
Carlos del Amor describe el encuentro entre personas que regresan y personas
que esperan. Momentos donde las emociones mandan y los abrazos hablan.
Disfrutad.
Aquí esos reencuentros en el aeropuerto. Esos abrazos, lágrimas, gritos. Meses y años de añoranza concentrados en unos segundos. Os dejo el vídeo, gracias por los mensajes! #VerseEsElRegalo— Carlos del Amor (@cdelamor_) December 20, 2018
👇🏼 pic.twitter.com/91tOh8t3lP
“En todos los abrazos encontramos lo mismo, esa emoción que produce el
regreso, ese regalo irremplazable que es el contacto, el aliento, la mirada
cómplice, la voz perdida, reencontrarse con esa cara que empezaba a olvidarse.
No hay WhatsApp, Skype, llamada o lo que esté por inventar que pueda sustituir
al roce”. Habla, con su brillantez habitual, Carlos del Amor. Describe
aquello que añoramos ahora que un abrazo es calificado como un pecado. Poder,
podemos, pero no debemos. Lo expresa perfectamente Antonio Agredano. “Vuelve el fútbol sin aficionados. Vuelven
las discotecas sin poder bailar. La nueva normalidad se describe con ausencias”.
Vuelve la vida a juntarnos.
El sábado 13 de junio de 2020
vi a mi padre tres meses y un día después. Sentado detrás del asiento vacante
del copiloto volvimos a compartir una conversación cara a cara. Él me miraba a
través del retrovisor, quizá recordando tiempos pasados en los que ambos éramos
más jóvenes. Fueron varias horas de buenos momentos sin conversaciones
pendientes y con un pisto de autor como acompañante de lujo. Un reencuentro que
nos hizo felices porque pudo producirse. Sin besos, sin abrazos. No importa.
Como él mismo me dijo cuando nos despedimos, ya habrá tiempo para eso.
Queda inaugurada la temporada
de reencuentros.
Este texto pertenece a Incertidumbre, una sección creada por
el retiro vital que ha provocado la pandemia del coronavirus. Cuenta con una
reflexión semanal centrada en la extraña situación en la que
nos encontramos. Puedes leer el resto de entregas en los enlaces que aparecen
aquí debajo.
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