Incertidumbre: Desconexión
El pasado 20 de marzo inauguré en este blog una sección
singular. Bajo el paraguas de un acertado título, buscaba reflexionar sobre una
pandemia que ha cambiado nuestras vidas. Quise aprovechar este extraño contexto
para sacar del abandono al lugar donde me lancé a la aventura de la escritura.
Un retiro vital convertido en una oportunidad única. Durante doce entregas
(trece si sumamos esta) he mezclado mis recuerdos con mis sentimientos y
percepciones sobre una situación que dejará algo más que pérdidas. El futuro se
presenta repleto de responsables e incógnitas.
Todavía quedan muchos más capítulos por grabar.
Echo de menos muchas cosas. Una de ellas es la felicidad.
Disfrutar de la vida sin sobresaltos y con las preocupaciones justas. Abrazar
sin restricciones. Reír sin fronteras. La felicidad. Qué palabra. Qué
sensación. La que encontramos con lo que nos encanta. La que aparece en nuestro
círculo más cercano. La felicidad llega y se va sin que nos demos cuenta.
Sigilosa, discreta y prudente. Escapa de nuestro secuestro sin pagar ningún
rescate. Se va así, sin decir adiós, sin esperar a que el semáforo se ponga en
verde. No hay que pagar multas en nuestra imaginación.
Echar de menos. Echar de más.
Prestamos tanta atención al presente que a veces olvidamos demasiado
rápido el pasado. Hay recuerdos que no deberíamos poder perder. Tengo que
aprender a vivir más tiempo: disfrutar del presente y guardar los mejores
momentos del pasado sin crearme elevadas expectativas sobre el futuro. La
ilusión mezclada con un objetivo. Propósitos de año nuevo, propósitos de la
insólita normalidad, propósitos de verano. Tengo que aprender a pasar página y
hacer más creíbles los sueños.
Recomendación u obligación. Prefiero la primera.
Hace cuatro meses algunos llamaban exagerados a los que
llevaban mascarilla y ahora, quizá los mismos, llaman imbéciles a los que no la
llevan. La recomendación convertida en obligación. Policías de balcón sin coche
patrulla ni placa declarada. Buscadores de cacos fuera del recreo. Libre
ingenuidad. Cifras, oficiales o irreales, que nos acompañan desde enero y que
nos interesaron a partir de marzo. Ahora se llaman rebrotes, crecen protegidos
por el turismo y esperan el mejor momento para poner el silencio en las calles
mientras los aplausos esperan en el banquillo.
Dicen que las segundas partes nunca fueron buenas.
Lo hablaba hace unos días con un amigo: apenas valoramos la
salud porque nos viene de serie. La tradición (o quizá era una canción) cuenta
que hay tres elementos fundamentales en esta vida: salud, dinero y amor. La
primera la tenemos casi siempre, suele ir de más a menos y solo la apreciamos
cuando nos falta. Pero con el resto pasa como con la felicidad: viene y se va.
Hay etapas más fructíferas con el dinero y con el amor, pero rara vez ambas nos
acompañan desde nuestro origen.
Habrá que conformarse con tener salud, aunque ahora se haya
ido de vacaciones.
El coronavirus me recuerda a un laberinto interminable. Un
túnel eterno, con una entrada a la vista y una salida invisible. Necesito
alejarme de la realidad e inventar mi propio oasis de tranquilidad. Desconectar
de este mundo y olvidar la presencia del móvil. Caminar sin rumbo al amanecer
por la antipática Madrid, lejos de esa playa donde me gustaría estar. Iniciar
varias lecturas pendientes, como ese libro que llegó como regalo o variopintos
textos sobre el suicidio. Finiquitar la serie de mi infancia, escuchar miles de
canciones y profundizar en mi rara afición por la historia.
Es tiempo para la desconexión. Tiempo de convivir o malvivir
con el protagonismo del virus que me dio los motivos para fundar esta serie de
trece relatos. Este será el último en un final con un punto sin apellidos. Es
tiempo para descansar y esperar novedades con temor. Seré claro: no quiero
bajas, solo mantener lo que antes tenía.
Este texto pertenece a Incertidumbre, una sección creada por
el retiro vital que ha provocado la pandemia del coronavirus. Cuenta con una
reflexión semanal centrada en la extraña situación en la que
nos encontramos. Puedes leer el resto de entregas en los enlaces que aparecen
aquí debajo.
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